jueves, 1 de abril de 2021

Grapefruit / Yoko Ono



Grapefruit (Yoko Ono, 1964) es un libro de artista que se ha convertido en uno de los principales referentes del arte conceptual. La obra es uno de los primeros ejemplos editados de ‘event scores’ (partituras para eventos) o, lo que es lo mismo, instrucciones de cómo realizar una acción para convertirla en una obra de arte performática.

 

Las 150 partituras (scores) que comprenden la primera edición del libro están divididas en varios apartados y uno de ellos está dedicado a las acciones sonoras. Así pues, nos encontramos, por ejemplo, con Voice for Soprano, en donde se nos induce a cantar contra el viento, contra un muro y contra el cielo. Pero también hay dentro de este apartado musical tres partituras que implican la grabación de sonidos: Tape Piece I nos ordena grabar ‘a stone ageing’, Tape Piece II ‘the sound of the room breathing’ y Tape Piece III ‘the sound of the snow falling’.

 

El término ‘event score’ tuvo su origen en el músico y teórico Henry Cowell y se usó para describir una serie de instrucciones sencillas y que se alejaran de la complejidad que algunos happenings pudieran tener. Así pues, el artista se convierte en un compositor que ofrece al espectador la posibilidad de ser el elaborador de la obra de arte, siendo ahora sí, el público el que finalice la obra por medio de su materialización y aportando su propia interpretación y futuras reinterpretaciones. 

 

De todas formas, hay algo curioso en todo esto, y conviene recordar que el manifesto Fluxus data de 1963. Yoko Ono publicó Grapefruit en 1964 y dos años antes, en 1962, Julio Cortázar ya había publicado su libro de relatos Historias de Cronopios y Famas que incluye sus célebres siete relatos de instrucciones que en realidad no desmerecen nada de cualquier otro ‘event score’, por lo que el libro de Cortázar se anticiparía al de Yoko One en publicar este tipo de obras. 

 

Sin embargo, es cierto que los mundos intelectuales a los que apuntan son totalmente diferentes. Yoko Ono dirige su libro al mundo del arte conceptual y tiene la intención de editar un libro de ‘score events’ en el que el lector participe de la obra, mientras que Cortázar lo dirige al mundo literario y a la experimentación sin la intención directa de que el lector cumpla sus instrucciones. Pero hay algo que las une: la obra de Yoko Ono tienen gran parte de poesía y la de Cortázar tiene mucho de vanguardista. 

 

No estamos hablando aquí de plagios ni de ideas copiadas. Los ‘event scores’ existían antes y Yoko Ono ya tiene datados algunos de los publicados en este libro en 1961. Pero sí que nos surge la pregunta: ¿sabían los Fluxus de Cortázar? Parte de la respuesta se encuentra en una entrevista que Nelson Rivera (Catedrático en la Universidad de Puerto Rico y comisario artístico) realizó a John Cage en 1987 y en donde comenta literalmente: “una de las alegrías de esta conversación fue introducir a Cage al trabajo de Julio Cortázar”. Por lo tanto, parece difícil que otros Fluxus conocieran la obra de Cortázar, y eso que en 1963 Cortázar ya había publicado Rayuela, por lo que no dejaría de asombrarnos la gran distancia y desconocimiento existente entre la vanguardia literaria y la artística.


Este texto añade un nuevo punto de reflexión en torno a las ideas que están en la base de nuestro proyecto Program Noise. Partiendo de la música programática, del ‘score event’ y de obras como Roratorio de John Cage, Mind Revolution tomamos la obra de Cortázar Instrucciones para cantar como punto de partida para una forma de composición musical libre de las ataduras


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Yoko Ono / Grapefruit

Mind Revolution / Program Noise

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