jueves, 19 de junio de 2008

Joyce #1. Ulises. El problema de las traducciones





Desde que la imaginación del autor se convierte en palabra hasta que esas imágenes llegan a ser asimiladas por el lector hay un proceso largo y desconocido. Proceso que se complica si escritor y lector no comparten la misma lengua. Pocas veces nos paramos a pensar que cada frase tuvo que ser traducida, y en muchos casos reinterpretada, sin tener en cuenta que muchas palabras y expresiones son intraducibles.


En un libro ya difícil de por sí como Ulises, encontramos muchos ejemplos de lo mediatizado que puede llegar a nosotros el mensaje de Joyce.

De las tres traducciones al español que existen de este libro cogeremos como referencia la más reciente de Francisco García Tortosa y Maria Luisa Venegas Lagüéns. En las notas sobre la edición se nos explica claramente que la cosa no es nada fácil, partiendo del problema de base de las numerosísimas ediciones de la obra en inglés, desde la primera de 1922 por Shakespeare and Company. Muchas de ellas polémicas precisamente por la interpretación que se hace del original. Se opta entonces por una solución más bien imparcial en forma de "variorum" de las cinco ediciones en inglés más significativas y todas diferentes. Superado el primer obstáculo, la traducción requiere un esfuerzo importante de un equipo que, como se especifica en dichas notas, lo forman decenas de colaboradores.


¿Dónde habrá quedado en este tortuoso camino cada idea, la crudeza del lenguaje, la explicitud de las descripciones y el vocabulario indecoroso de la gran novela proteica que causó tal escándalo en su época y que todavía hoy sigue asustando?

Y para prueba un botón. Esta es la traducción del texto que hace la edición española antes mencionada de un fragmento del capítulo número dos, Néstor.

- Usted, Armstrong, dijo Stephen. ¿Cómo terminó Pirro?
- ¿Cómo terminó Pirro, señor?......

- Usted, Armstrong. ¿Sabe algo sobre Pirro?...
- ¿Pirro, señor? Pirro, pirrarse.Todos rieron......- Dígame, dijo Stephen, dándole al niño en el hombro con el libro ¿Qué es eso de pirrarse?- Pirrarse, señor, dijo Armstrong. Gustarte algo mucho. Me pirro por el espigón de Kingston, señor. 


El texto original:

- You, Armstrong, Stephen said. ¿What was the end of Pyrrhus?
- End of Pyrrhus, sir?...

- You, Armstrong. Do you know anything about Pyrrhus?
- Pirrhus, sir? Pirruhs a pier.All laughed
- Tell me now, Stephen said, poking the boys' shoulder with the book, what is a pier?
- A pier, sir, Armstrong said. A thing out in the waves. A kind of bridge. Kingston pier, sir.


Si hacemos una traducción literal este sería el resultado:

- Usted, Armstrong, dijo Stephen. ¿Cómo terminó Pirro?

- ¿Cómo terminó Pirro, señor?...
- Usted, Armstrong. ¿Sabe algo sobre Pirro?- ¿Pirro, señor? Un espigón.Todos rieron...
- Dígame, dijo Stephen, dándole al niño en el hombro con el libro ¿Qué es un espigón?

- Un espigón, señor, dijo Armstrong. Una cosa que sale hacia las olas, una especie de puente, el puente de Kingston. 


Ante este insólito juego de palabras, resultado de la semejanza fonética en inglés de la palabra Pirro (Pirrhus), referida al rey, y la palabra Pier que significa espigón, nos preguntamos el por qué de esta interpretación tan libre. Cuál es el criterio para hacer cambios hasta ese punto, cuando no está en juego la comprensión de algo importante que de otro modo se nos escapara. Por qué interpretar y no simplemente traducir. ¿Hasta dónde llega la libertad del traductor?

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues a mí me parece que la traducción no literal en este caso es más fiel al original. Al fin y al cabo, el chiste del texto inglés está, como bien dices, en esa semejanza fonética. Lo que importa no es precisamente que sea un espigón (podría ser cualquier otra cosa), sino su parecido con el nombre del rey.
Eso es lo que han intentado salvar los traductores al español, la broma fonética. En español no tiene sentido hacerlo con la palabra "espigón", así que eligen una más apropiada, "pirrarse", y luego la ponen en relación, lo más estrechamente posible, con el texto inglés (podría pirrarse por cualquier cosa, pero lo hace por un espigón).
Por supuesto, comparto lo que dices sobre las dificultades (o imposibilidades) de la traducción. Sólo que este ejemplo, en concreto, me parece que salva muy bien el problema.

La frontera entre China y París dijo...

Desde luego este es un tema polémico, pero entendemos que en este caso en particular y en otros pasajes de la misma traducción, la interpretación del original puede ser poco rigurosa y demasiado libre. De hecho otras como la de Valverde son más literales.
Sí es importante el significado de la palabra espigón en ese contesto, además de intencionado, ya que como lo demustran las notas de la edición anotada de Penguin, el espigón de Kinsgton es una excusa como tantas otras por parte de Joyce, para hacer una crítica al Nacionalismo tracicional irlandés. Era el lugar usado por los exiliados para irse del pais, pero según Joyce fue un estrepitoso fracaso en una oportunidad de unir Irlanda con los valores europeos.

Anónimo dijo...

La traducción es siempre una traición, dijo alguienquenorecuerdo. Partiendo de eso, todo lo que se traduzca es complicado de hacer, así que tenemos que ser comprensivos.

Juan Ramón Jiménez, a modo de ejemplo, tradujo de tal manera la obra de Tagore que había más del onubense que del indio. El traductor influye sobremanera en lo que está re-creando en otra lengua.

Y esto suscita el mismo problema que el periodismo: ¿quien da una noticia puede/ ha de ser imparcial?

Interesante entrada. Un saludo.

Anónimo dijo...

Vaya, interesante detalle el del espigón de Kingston. De todas maneras sigo sin compartir la idea de que una mayor literalidad hace mejor una traducción. Como dice cocó, casi siempre la traducción es más bien re-creación (excepto, quizá, en manuales de usuario): el objetivo debería ser, creo yo, causar un efecto parecido en castellanohablantes al que causa el original en angloparlantes. Y para eso hará falta en muchos casos alejarse, y mucho, de la literalidad. Bueno, en cualquier caso, es un tema inagotable, y no pretendo dar la sensación de que me creo con mayor razón que tú. Buf, ni mucho menos.

La frontera entre China y París dijo...

Mas que de razón diría que es cuestión de opinión. Y desde luego estamos de acuerdo en que la del traductor no es tarea fácil. Se me ocurre otro ejemplo del mismo Ulises bastante indicativo de que es ineludible a veces tomar decisiones de interpretación.

En el capítulo 7 Eolo, dedicado al periódico en el que trabaja Bloom, hay un palíndromo que tradicionalmente se atribuye a Napoleón:

Able was I ere I saw Elba.

La edición Penguin en inglés, en la notas, explica que para los diseñadores de imprenta de la época, que se encargaban de hacer las planchas, era muy importante saber leer al revés, porque así era como se hacían. Por eso este guiño al palíndromo que se lee igual hacia delante que hacia atrás, a modo de homenaje a este tipo de trabajo en el periódico.
Al mismo tiempo se juega fonéticamente con la palabra Able, cuya pronunciación es muy similar en la palabra Abel (hermano de Caín), y en el verbo be Able (ser capaz).

Es evidente el problema con el que debieron encontrarse en este caso, ante la imposibilidad de mantener el palíndromo en español y menos todavía el juego fonético.

Abel antes de ver Elba.

Y esta es la pregunta, ¿por qué se optó en este caso por la traducción literal en vez de por un equivalente en español? ¿Por qué se decide dejar pasar el concepto de palíndromo si es importante para el autor?. De hecho si no se conoce el palíndromo en cuestión, pasará inadvertido para el lector en esta traducción.

Dani Seseña dijo...

Gracias por tu comentario. Philip Roth me tiene completamente enganchado.
Un saludo!

Omar Argentino Galván dijo...

traduttore traditore dicen casi jugando en italia

"con las mil y una noches no termino
esto de traducir nunca paga bien
pero me rio"
cantaba un rocker argento cuando estaba vivo y aun no buscaba ser ninio almodovar.

saludo que solo puede traducirse como: abrazo

mario skan dijo...

Llegué tarde al comentario del Ulises. Conozco dos traducciones al español de esta obra, una de Sala Subirat, dicen que es la primera traducción completa al español, publicada par Santiago Rueda y otra de José María Valverde, también traductor de Moby Dick, en la editorial Tusquet.
Para mi es superior la de Salas Subirat, ¿LA CONOCÉS?

La frontera entre China y París dijo...

Conocemos la de Valverde, pero nunca hemos leído la de Subirat. Prometemos echarle un vistazo. La de Valverde para Lumen fue premio nacional de traducción y, para nosotros, muy superior a la de Cátedra. Aunque probablemente esta última tenga unas notas mejores.
Saludos

Leandro dijo...

Hola, vengo de Seikilos. Borges había dicho, respecto a este problema: "Joyce dilata y reforma el idioma inglés; su traductor tiene el deber de ensayar libertades congéneres". En esa vena, estoy con los que prefieren la adaptación del chiste; si uno quiere leer a Joyce puro, que lo lea en inglés. Descreo de la tendencia cada vez peor de las traducciones que apuntan a la literalidad, ignorando la forma. La forma, en la literatura, es todo: en la poesía es su métrica y su rima, en la prosa, las elecciones sonoras, el ritmo, el tono, los juegos de palabras. Esto es especialmente cierto en Joyce, quien trabajaba sobre la forma de una manera extraordinaria, hasta el caso extremo del Finnegans Wake. Sin forma, de Joyce no queda nada.
Interesante blog, me quedo a recorrer un rato, saludos.

Anónimo dijo...

La foto superior la sacaron en París ? Recuerdo haber estado allí, no estoy seguro, creo que no es muy lejos de la bastille, posible ? Buena la nota.

La frontera entre China y París dijo...

Muchas gracias. Sí, está en lo cierto, es París. La librería Shakespeare & Company.
Saludos