sábado, 16 de enero de 2010

Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos. Philip K. Dick 1928 - 1982. Emmanuel Carrère


































Muchos admiradores de Philip K. Dick somos conscientes de que probablemente no esté entre los grandes escritores de la historia, pero también de que hay algo misterioso e inexplicable en sus historias que nos atrae. Quizás sean las preguntas que plantea o su capacidad para no dar respuesta a ninguna de ellas (ya que él tampoco las tenía), dejándonos un campo abierto a que seamos nosotros mismos quienes terminemos sus relatos, como si de una obra de arte conceptual se tratase. La mayoría conocemos bien sus particulares teorías sobre la realidad el idios / koinos cosmos o el ser humano, pero poco sobre su personalidad. Intuimos que se trata de alguien muy especial pero no hasta que punto su vida estuvo a la altura de la genialidad de sus ficciones. Así pues, la lectura de Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos, es imprescindible para cualquier seguidor.
El libro nos acerca de una forma magistral al mundo interior de Dick, dándonos una nueva visión de sus obras y obligándonos a la relectura de muchas de ellas, especialmente de Los 3 estigmas de Palmer Eldritch, Ubik, Valis o Fluyan mis lágrimas, dijo el policía. Al mismo tiempo vemos la importantísima influencia de Jung y Freud, del I-Ching y el cristianismo o de hechos tan concretos como el descubrimiento de los manuscritos del Mar Rojo en 1947.
Un aspecto muy importante es el de la relación de Dick con las drogas y la cultura del LSD que en aquéllos momentos estaba de moda.
La industria farmacéutica estaba en su época de máximo desarrollo produciendo todo tipo de sustancias alucinógenas que eran casi tan comunes como la cerveza. Su influencia en Dick fue tremenda, siendo un elemento clave en el proceso de elaboración de su mundo. Cabe recordar que en 1954 Huxley publicó Las puertas de la percepción, dando inicio a una nueva forma de ver la literatura que se centraba en el viaje al interior de la mente humana a través del uso del LSD.
Otro hecho autobiográfico interesante que se desprende de la lectura es la forma en que su vida sentimental se ve reflejada en sus obras, ¡quién lo diría!
Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos, frase tomada de Ubik, representa perfectamente el universo de Dick, cuya evolución va de un hombre amante del Winterreise de Schubert a su posterior admiración por Grateful Dead y su devoción final por Linda Rondstadt. Un camino difícil de prever, pero ahora fácil de comprender.

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