viernes, 16 de septiembre de 2011

Kiarostami / Philip K Dick





- Bueno, te explicare - dijo Wyndam-Matson-. Todo este condenado asunto de la historicidad es un disparate. Estos japoneses no se dan cuenta. Te lo probaré. -Se incorporó, corrió al estudio, y volvió enseguida con dos encededores que dejó en la mesita de café-. Míralos bien. parencen iguales, ¿no escierto? Bueno, uno es histórico, el otro no. -Sonrió mostrando los dientes-. Tómalos. Adelante. Uno vale... cuarenta o cincuenta mil dólares en el mercado de coleccionistas.
La muchacha tomó lentamente los dos encendedores y los examinó.
- ¿No la sientes? -bromeó Wyndam-Matson-. ¿La historicidad?
- ¿Qué es eso?
- Valor histórico. Uno de esos encendedores estaba en el bolsillo de Franklin D. Roosevelt el día que lo asesinaron. El otro no. Uno tiene historicidad, mucha. El otro nada. ¿Puedes sentirla?
- Wyndam-Matson tocó ligeramente con el codo a la muchacha-. No, no puedes. No sabes cuál es cuál. No hay ahí "plasma místico", no hay "aura".
La muchacha miraba los encendedores con una expresión de temor reverente.
- ¿es realmente cierto? ¿Que tenía uno de éstos en el bolsillo aquel día?
- Exazctamente. Y puedo decirte cual de los dos. Te das cuenta. Los coleccionistas se estafan a sí mismos. El revólver que un soldado disparó en una batalla famosa, como la de MeuseArgonne, por ejejmplo, es igual al revólver que no fue empleado en esa batalla, salvo que tú lo sepas. Está aquí. - Wyndam-Matson se tocó la frente-. En la cabeza, no en el revolver.

El hombre en el castillo. Philip K Dick

En una entrevista concedida a Cahiers de Cinema en 2010, Abbas Kiarostami dice que “lo real no es necesariamente lo que pasa, sino lo que puede llegar a pasar”.


En su película “Copia certificada” se establece un debate sobre si la copia tiene el mismo valor que un original o si el original puede ser tomado por una copia. El origen de la discusión está en el ensayo publicado por James Miller, el protagonista de la película. Al mismo tiempo, el propio Kiarostami juega con el espectador al elegir un modelo narrativo que nos sorprende e incluso nos confunde al mismo tiempo que nos permite decidir lo que está ocurriendo. Todas las direcciones pueden ser ciertas, o quizás ninguna. Y todo ello por una ruptura que ocurre en un momento del film  y que lo divide en dos partes debido a la confusión de una camarera en un bar. A partir de ese momento nos quedamos con la duda de si estamos ante un flashback, un simulacro o una farsa. O quizás nada de eso, quizás la historia real sea la que sucede al otro lado del teléfono móvil: un juego de dos historias paralelas, la de la madre y la de su hijo.


Aunque Kiarostami niegue haber visto el cine de David Lynch, a nosotros la película nos recuerda ligeramente a Mullholland Drive y a la estructura narrativa de algunas de las películas del director americano. Sin embargo, la relación más evidente la encontramos con el libro “El hombre en el castillo” de Philip K. Dick, en donde constantemente se presenta el mismo juego de confusión entre copia y original a partir de la bisutería  y demás falsificaciones que el protagonista vende en su tienda de “antiguedades”. Quizás sea esta la obra en que Dick más profundamente desarrolla el concepto de “la posibilidad de la posibilidad” o el de las verdaderas y las falsas realidades, planteando que la realidad es aquello que las personas creen que es real haya ocurrido o no. Lo realidad es lo que tenemos en nuestra cabeza, incluso aunque no tenga representación física.

1 comentario:

X-C dijo...

Fascinante ¿qué es más real en la caverna, la sombra o la realidad? Yo paladeo sombras, habito en las tinieblas.